Aunque demandan mucho tiempo, pueden entrenarse y establecer un vínculo muy cercano con sus dueños.
Quienes gustan de los loros debieran adquirir los exóticos, como éstos, pues los chilenos (choroy, tricahue o cachaña) están protegidos.
Tener loros grandes en casa dista mucho de adquirir canarios o diamantes; requieren bastante dedicación y, generalmente, son aconsejables para quienes han tenido pájaros antes o, al menos, se han preocupado de informarse sobre su conducta.
Entre las especies más llamativas están los loros inseparables, los amazónicos de frente azul e incluso, para los más experimentados, los guacamayos.
Todos pertenecen a la familia de las psittácidas y si algo los destaca es que son sumamente sociables. En la naturaleza viven en grupos, con un líder, y establecen lazos sociales entre ellos. Es más, aunque siempre hay excepciones, se piensa que son monógamos, explica la médico veterinario del Hospital Clínico de la Universidad de Chile y del Centro Médico Veterinario Los Dominicos, Alicia Solís.
Si se tienen de mascota, la idea es recrear ese ambiente social, ya que para un loro estar solo y encerrado puede ser un gran factor de estrés.
La recomendación es tener más de un ejemplar o dedicarle el tiempo necesario para que cree vínculos con el dueño. Atención, un frente azul o un guacamayo saludable pueden vivir más de 70 años; los inseparables, unos 20.
Las psittácidas pueden entrenarse para obedecer órdenes, pero es importante comprarlas en tiendas autorizadas, certificando que vengan de criadero, porque cuando han crecido en cautiverio o sido criadas por humanos se acostumbran a la manipulación y son más dóciles.
Si se las quiere entrenar, hay que partir por habituarlas a salir de la jaula. Pueden sacarse 15 minutos diarios unas cuatro veces por semana, en un horario fijo y al interior de una pieza desde donde no puedan escapar (ojalá distinta a la que habita).
Para que salte a la mano, hay que desestabilizar al ave suavemente acercándole el dorso de la palma hacia su pecho. Si lo logra, se le debe premiar con fruta o el alimento que le guste.
Algunos loros imitan los sonidos humanos que se les repiten con frecuencia y pueden asociar palabras cortas con una acción. Por ejemplo, arriba con montarse en el hombro. Por supuesto, cada vez que lo consiga, premio.
Esta labor puede tomar varias semanas. Lo esencial es enseñarle una cosa a la vez, hasta que la aprenda y siga con otra.
Si la intención no es adiestrarlo, al menos se le debe dar tiempo suficiente, sacándolo a menudo para acariciar sus plumas, y no dejar de hablarle.
Es más común que a los loros les gusten más las mujeres (quizás por ser más cariñosas) y a su dueña (o) pueden llegar a considerarla su pareja, lo cual podría ser complejo cuando ésta se casa o tiene hijos. Los cambios repentinos en su ambiente pueden provocarle un estrés tan grande que terminan sacándose las plumas, por lo mismo no hay que variarle mucho la rutina ni dejar de brindarle afecto.
En época de reproducción (primavera, verano), los machos pueden volverse un poco agresivos. Sin embargo, si se les habla con tono dominante o fuerte pueden comprenderlo como castigo.
lunes, 30 de junio de 2008
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